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Si hay algo en lo que destaca San Sebastián, es en su arquitectura de estilo francés de finales del siglo XIX y principios del XX. Lo que se conoce como arquitectura romántica, y es que este estilo mezcla elementos de la arquitectura historicista y elementos de la arquitectura modernista. Todo el centro de la ciudad y parte de los barrios adyacentes tienen este estilo arquitectónico tan característico. Y la calle más bonita del centro es la calle Prim.
Calle de Juan Prim, desde San Martín al parque Álava
La calle Prim, llamada así por el político y militar Juan Prim, va desde casi el principio de la calle San Martín hasta el parque de Álava, siempre paralela al río. En su día en esta calle se encontraban buena parte de los consulados que había en la ciudad cuando era lugar de veraneo de la monarquía. Hoy en día los edificios que vemos son viviendas, pero qué viviendas. Por dentro sólo podemos adivinar cómo eran y son estos edificios, intuirlo por los portales que se ven a través de las puertas de entrada. Por fuera queda claro que son edificios majestuosos.
Arquitectura francesa del siglo XX
Y aquí vemos perfectamente esta mezcla de estilos característica de la arquitectura romántica. Empezando por la esquina con la calle San Martín, en el número 1, siendo este el único edificio de color blanco de la calle. Pasando por el número 10 con su puerta principal de estilo modernista y que aún conserva el telefonillo de la época. O el número 17 justo en frente, decorado con cerámica en ambas fachadas (la que da a la calle Prim y la que da al Urumea). Sin olvidarnos del palacete neobarroco en el número 21. La esquina con la calle Larramendi es un edificio impresionante de columnas de orden gigante y una cúpula bulbosa maravillosa. Y así podríamos seguir por párrafos y párrafos hasta el edificio del Bellas Artes, justo al final entre Prim y Urbieta.
Del Bellas Artes ya hemos hablado en otra ocasión, que es un edificio con chicha. Resumiendo, recorreos la calle Prim arriba y abajo, disfrutando con los latigazos modernistas, las rejas decoradas, las ventanas ovaladas y los frisos neoclásicos. Y ya que estáis recorreos también el paseo del Árbol de Gernika, que es a donde dan las fachadas traseras de estos edificios y alucinad.
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