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Pocas figuras son tan representativas del ambiente moderno e innovador que vivió San Sebastián en la segunda mitad del siglo XIX como José Otamendi, pues fue profesor, teniente de Caballería, poeta euskaldun, astrónomo, inventor, geógrafo y matemático. La suya era una de las familias mercantiles y empresarias más exitosas de la ciudad, lo que suponemos que le permitió cultivar su interés por la ciencia y convertirse en una suerte de Carl Sagan/Eduard Punset decimonónico.
José Otamendi era un tipo generoso que creía en la divulgación científica, en demostrar que los avances científicos podían ser llevados a la calle y puestos a disposición de sus vecinos. Aspiraba a surtir de ciencia y conocimiento a sus semejantes, y por ello en 1879 nos regaló a los donostiarras tres inventos suyos: un templete meteorológico, un mesa horaria y un cañoncito que con su tronar daba las 12:00 a todos los vecinos (quisieran o no). Con estos regalos el señor Otamendi quiso compartir con todos sus vecinos su amor por la ciencia.
Templete meteorológico
Mesa horaria
Cañoncito de la hora
Es curioso imaginarse la Donosti de aquellos días, con su elegante jardín de la Plaza Gipuzkoa cercado y transitado por la aristocracia convertido en una suerte de parque científico por la iniciativa de Otamendi. Hoy muchos donostiarras caminan por estos con libertad, acostumbrados al templete y la mesa horaria, sin conocer ya el nombre del responsable de quien los puso ahí. Aunque nosotros en nuestras visitas solemos intentar hacerle justicia y le dedicamos alguna que otra explicación.
(Youtube Donostia-San Sebastian 1920-1930)
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