Calle Esterlines

En la Parte Vieja se encuentra la calle Esterlines, un buen lugar, estupendo para comer y tomar algo (por ejemplo en el Bar Intza). Es un lugar que merece la pena explorar, especialmente porque suele pasar desapercibida por su cercanía a Fermín Calbetón. Y también merece la pena conocer la historia de su nombre, pues es un resquicio del pasado de la ciudad como gran puerto comercial atlántico.

 

Durante los siglos finales del medievo, los comerciantes de la Liga de la Hansa eran conocidos como esterlings o comerciantes del este y gozaban de buenas relaciones con los comerciantes vascos. Por toda la Liga de la Hansa se encontraban colonias de comerciantes vascos, y los teutónicos visitan el puerto de San Sebastián, pues tenía mayor tradición que Bilbao y era el centro de contratación más importante de la costa cantábrica. Y en virtud de esta buena relación concentraban en una calle sus hospederías, lonjas y negocios. Y de aquellos comerciantes extranjeros que tanto dinero hicieron llegar a la ciudad, tomó la calle su nombre.

Se podría hablar mucho sobre estos esterlines, de cómo los comerciantes y ricoshombres donostiarras los protegieron ante los abusos inquisitoriales durante el siglo XVI o de sus relaciones matrimoniales con comerciantes locales. Pero por no alargarnos más lo mejor es dejar este relato aquí, recordando que antes de los pintxos, los edificios de la Belle Epoque, los casinos y los fuegos artificiales Donostia fue un puerto internacional.