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“Me llamo Rosita Wicke. Siembro la muerte y el gemido. Me hizo Juan Vastenove. Esto es verdad. Año 1502”, advierte con letras gótica la gran bombarda que vigila Donosti desde lo alto del Monte Urgull. El cañón más antiguo de cuantos conserva la ciudad, y un testimonio elocuente de la historia militar de la ciudad. Enorme y pesada, Rosita pertenece a la primera generación de cañones europeos.
Dónde se encuentra la Bombarda Rosita
El monte Urgull hoy en día es un lugar tranquilo y familiar, pero no podemos olvidar que hace no tantos siglos fue una de las fortalezas más infames de Europa. Donosti era la Gibraltar del Norte o <<The Rock>> para los británicos. Quienes amenazasen la ciudad eran derribados por los cañones que ahora decoran el parque, o el puerto que hay a sus pies. Ahí se oxidan las viejas armas de guerra que fueron recicladas como amarres para los navíos.
El viajero con ganas de aportar sabor a su visita debería visitar el Monte Urgull, (Go Local ofrece una visita bélica) y dedicar unos instantes a admirar los cañones, industriales o modernos, a los que Rosita Wicke preside desde su posición privilegiada. Hoy no siembran la muerte o el gemido, pero si pueden arrancarnos algún silbido de admiración.
¿Qué es una bombarda?
Bombarda (Arma). También conocida como Lombarda. Son las piezas de artillería más antiguas que se conocen.
Características
Su principal característica es que estaban formadas por dos partes separadas: la caña ó tomba,parte anterior (que es la que recorría el proyectil) y la recámara, servidor o mezcle, parte posterior (que contenía la carga de pólvora).
Ambas partes tenían en su exterior varias argollas por las que se pasaban unas cuerdas para unirlas y luego se ataban al montaje, con lo que quedaba la bombarda en situación de disparo.
El peso de las grandes bombardas podía llegar hasta 6 toneladas. El de los proyectiles era muy diverso, desde 5 a 150 Kg cuando se trataba de bolaños (de piedra), y si las pelotas eran de hierro podían llegar a 250 Kg.
Su alcance máximo era de unos 1 300 m, y a final del siglo XV, de unos 2 000 m, pero el eficaz de 100 a 200 m, que era la distancia a la que se empleaban normalmente. Su calibre era de 20 a 30 cm y la longitud no sobrepasaba los 12 calibres.
Sus calibres se hicieron cada vez mayores para aumentar el efecto de destrucción, así se llegó a bombardas monstruosas, como la utilizada en el sitio de Antequera (año 1410) por el Infante D. Fernando, que, según se cuenta, eran necesarios 20 pares de bueyes para el arrastre del carromato y necesitaba unos 200 hombres para su servicio.
Estas dimensiones dificultaban el municionamiento y transporte y así en la segunda mitad del siglo XV aparecen unas piezas del mismo género, pero de menor calibre, más ligeras y manejables, llamadas pasavolante y bombardeta.
Construcción
Las construían los herreros, de hierro forjado, de forma similar a la fabricación de los toneles, formadas por una serie de barras alargadas o duelas, unidas fuertemente, en caliente, por aros o cércoles exteriores. Cada bombarda iba dotada de dos o más recámaras que permitían efectuar unos ocho disparos al día como máximo, pues las operaciones de carga y puntería eran muy lentas.
El disparo
Para efectuar el disparo se utilizaba un hierro candente, llamado brancha, que inflamaba la pólvora de la carga a través de un orifico, practicado en la recámara, denominado oído o fogón. La puntería era elemental, a ojo, y después por dos resaltes, llamados joyas, situados en los anillos anterior y posterior de la caña.
Estas piezas eran de tiro tenso o rasante y parece ser que, en principio, se emplearon para la defensa de las plazas y después en el ataque para demoler los muros de las fortalezas.
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