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En ocasiones es difícil elegir un bar entre la amplia variedad de bares y restaurantes que goza Donosti. Pero si me lo preguntan a mi, hay algunos sitios que son una apuesta segura por el buen comer. Uno de ellos es La Bodega Donostiarra, un veterano negocio fundado en 1928 que aun sin conservar el encanto de tasca que tenía hasta una reciente remodelación sigue siendo auténtico.
¿Cuales son las razones de mi apuesta por La Bodega Donostiarra? Pues sus deliciosas tortillas hechas al momento, sus refrescantes ensaladas de tomate y la joya de la corona: el completo. Un perfecto hermanamiento de algunos de los más sacrosantos pilares de la gastronomía donostiarra: un minibocadillo de bonito, piparra y anchoa. Sencillo, sabroso, y nunca decepciona. Y no solo yo opino así, puesto que alcanzar la barra es una labor hercúlea puesto que siempre hay locales esperando para pedir.
Demás el plato del día cuesta alrededor de los 9 euros pero es generoso en la ración e incluye bebida y postre. Y abren cocina a las nueve y media de la mañana y solo la cierra a medianoche. Así que vayas cuando vayas vas a poder pedir de comer.