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Juanita Larando, una posadera del siglo XVII que había quedado viuda con cierto capital. Su posada era muy popular entre los temidos corsarios de San Sebastián, que cazaban franceses e ingleses.
Puede que esto sorprenda a alguien, pero durante muchos siglos la costa vasca fue territorio corsario. De nuestros puertos salieron innumerables marineros que, dotados de patentes de corso, asaltaban a los enemigos de su señor (fuesen quienes fuesen en cada momento histórico). San Sebastián también participó de este provechoso negocio, y entre los donostiarras no solo hubo hombres dedicados a esta actividad, también las mujeres se apuntaron al corso. Mujeres como Juanita Larando.
Esta posadera donostiarra era la propietaria de una taberna que durante el siglo XVII. sirvió como refugio y punto de reunión de corsarios de todo pelaje a los que fiaba hasta que volviesen a puerto con una buena presa que cobrarse. Juana Larando no sólo les servía vinos, sino con otros socios, incluyendo al cura de Orio, financió la compra de un patache al que bautizó como San Juan, que dedicó con mucho éxito a la lucrativa actividad corsaria a costa de franceses e ingleses.
Si tenéis curiosidad os animo encarecidamente a que os paséis por la Factoría Marítima Vasca Albaola. Ahí están armando de nuevo el patache de nuestra corsaria, ¡por si la Nao San Juan no era motivo de sobra para visitar este fantástico museo! Nosotros solemos pasarnos durante nuestras salidas de senderismo, y nos nos cansamos del dinamismo de Albaola.