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La ermita de la Antigua de Zumarraga se la conoce como la catedral de las ermitas vascas, el epítome en belleza y espectacularidad de estos templos en lo que a nuestro territorio se refiere. Y razones no faltan para ello.
En este templo la madera del roble y la piedra se hermanan para conformar algo único, que nos evoca al pasado del interior de Gipuzkoa, al talento de ebanistas en conjunción con las habilidades de los canteros de otrora, a los peregrinos caminando por días para visitar el templo. Cuando uno descubre que no hay un solo clavo en la estructura de madera, que todo está ensamblado, admirar a los responsables de la ermita es algo natural. Y del mismo modo que estos dos materiales se hermanan así lo hacen dos estilos, el gótico y el románico, que en La Antigua conforman una visión espectacular.
Orígenes de la ermita de la Antigua
Como todas las cosas antiguas, la primera mención a la Antigua es de 1366, y tiene su buena parte de leyenda. Se cuenta que cuando se construyó la ermita los Gentiles supieron que era su fin y trataron de destruirla tirándole piedras desde los montes cercanos. Piedras que los lugareños aprovecharon para construir el templo. A día de hoy Gentiles no hay, pero esta fantástica ermita sigue en pie pese a todos los siglos transcurridos.
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