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Pocos personajes tan extraordinarios e interesantes han nacido en Donosti como Catalina de Erauso, a quien Juan Pérez de Montalbán dio el apodo por el que fue conocida: “la Monja alferez”. De ella se dijo “lleva la espada tan bravamente como la vida” y fue conquistadora, paje, ladrona, criada, comerciante, asesina confesa de al menos diez hombres, novicia, doncella y rebelde. Vivió en el filo de la navaja casi toda su vida, teniendo gran fama en dos continentes.
Nació mujer en el año 1592 y fue bautizada en la Iglesia de San Vicente (siendo por tanto koxkera), pasando desde los 4 años más de una década en el convento de las Dominicas de San Sebastián el Antiguo, donde actualmente está el Palacio de Miramar, y luego enclaustrada en el de San Bartolome. Hasta que harta de todo ello se fugó. En adelante y durante el resto de su vida, Catalina de Erauso vistió con ropa de varón y se dedicó a conocer el mundo de una forma que no le estaba permitido. Después de dar tumbos por toda Euskal Herria, llegando a encontrarse con sus padres que no la reconocieron, terminó embarcando hacia las Américas.
Mucho podríamos escribir sobre sus vivencias por el continente americano. De los hombres que mató en duelos, de la señora a la que vengó con una navaja de barbero o de cómo alcanzó el rango de Alferez durante la conquista de Chile. Pero preferimos reservaros ese placer a vosotros, y que descubrais la interesantísima vida de la monja alferez, bautizada como Catalina de Erauso, pero que también firmaba como Antonio de Erauso desde el momento que el papa Urbano VIII le diese permiso para mantener su identidad masculina. Hoy en día la Monja Alferez es para muchos un icono, una rebelde que hizo frente a un mundo cuyas reglas se negó a cumplir y un personaje digno de novela.