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Pocas cosas más donostiarras hay que bañarse en la playa de La Concha, sea el mes que sea, haga frío o truene. No en vano es estampa habitual ver en las televisiones nacionales a los primeros bañistas en la Concha zambulléndose… el 1 de enero.
Y es que aunque estemos en el Cantábrico es importante recordar que nuestra playa está en una bahía protegida por dos montañas y una isla, las cuales la protegen del viento y las corrientes marinas. Por lo que el agua nunca está fría, solo fresquita.
Si te animas a visitar la Concha ten presente esto: aparcar en San Sebastián es una proeza y un reto para tu paciencia. Mejor deja el coche donde sea que lo tengas y ve hasta ella a pie, en bici o transporte público.
Otra cosa que deberás recordar es que las mareas cambian cada seis horas y media, provocando una brutal transformación en la playa que con marea baja pasa de tener 40 metros de ancho… a apenas unos pocos metros con la marea alta. Se puede consultar online el movimiento de las mareas.
Así que ya sabes. Ten tu toalla bien a mano y únete a los numerosos donostiarras que diariamente se bañan en la Perla del Cantábrico.